Con los ojos abiertos, Tomando conciencia

¿Aceptar o resignarse?

¿aceptar o resignarse?

Depende de ti elegir cómo quieres experimentar lo que acontece en tu vida, si resignarte o aceptar las emociones y pensamientos que surgen en ti para poder aprender de ellos.

Freepik

Seguro que en alguna ocasión has oído eso de que hay que aceptar lo que pase para poder pasar página y salir de la situación en la que pareces estar sumergido. Y al mismo tiempo, oyes a otras personas decir eso de “bueno, qué se le va a hacer, no se puede hacer nada con esto…” ¿A qué te suena esa última frase? Pues es la manifestación de la “resignación” que se diferencia de la aceptación a la hora de experimentar algo que acontece en tu vida.

¿Cómo puedo, por ejemplo, aceptar que me hayan despedido del trabajo cuando más lo necesitaba? Seguro que te vienen un montón de situaciones en las que has pensado que cómo te pueden pedir que aceptes esto. Ciertamente, no se te pide que “aceptes que te hayan despedido del trabajo”, eso sería muy cruel; cuando se hace esa afirmación de aceptar, es una invitación a que observes y sientas las emociones y pensamientos que están surgiendo en ti, respecto a eso que ha ocurrido en tu vida. Es ahí donde está el aprendizaje y la enseñanza: es al aceptar lo que está sucediendo en ti, sea lo que sea, cuando realmente puedes decir que estás aceptando lo que está pasando. Porque en realidad, el hecho de “despedirte del trabajo” ya pasó y no se puede hacer nada con eso, pero ahora queda un trabajo que hacer con “lo que pasa en ti debido a esa situación”.

El acontecimiento exterior ‘me han despedido del trabajo’ es como el detonador que permite que surjan en ti sentimientos, emociones y pensamientos que seguramente llevan mucho, mucho tiempo escondidos en el trastero de tu inconsciente esperando a ser aceptados.

En el caso de que te haya sucedido algo parecido en tu vida, ¿qué pensamientos, emociones y sentimientos han surgido en ti? ¿rabia, impotencia, sentimientos de fracaso o sensación de engaño? y ¿cómo lo has manifestado a tu entorno? Incluso cuando estabas a solas, ¿te has permitido expresar y compartirlos o te has resignado, es decir, has ocultado lo que verdaderamente sentías y has quedado bien, has reaccionado tal y como se esperaba de ti?

Date tiempo

Social y culturalmente, aún cuesta reconocer ciertas emociones y pensamientos en público, porque no son adecuados o aceptables. No es que sea necesario expresarlas, pero sí reconocer que están en ti. De ahí que sea tan importante aceptar lo que sientes y permitirte un espacio, un tiempo para observarlo, para ver que están en ti, que tú también puedes ser el más malo de los malos, el más miedoso de los miedosos, el más envidioso de los envidiosos… todos tenemos de todo. Hay que saber que en sí no es un problema, sino que es solo una experiencia; el problema viene cuando hacemos un juicio sobre ello, cuando nos juzgamos internamente por sentir envidia, enfado, o incluso sentir vergüenza por sentir alegría al recibir un elogio y esa la frase típica que nos viene de “no las merezco, si no ha sido nada”.

Social y culturalmente, aún cuesta reconocer ciertas emociones y pensamientos en público, porque no son adecuados o aceptables.

Resignarse, es una forma de ahogar las emociones y sentimientos que están en ti. Podrías probar a ver qué pasa y empezar a darte cuenta de que puedes aceptar lo que te está pasando. No digo que sea agradable, ni que resulte cómodo -desde luego que no lo va a ser-, pero te aseguro que el resultado va a ser toda una experiencia de liberación y de satisfacción personal. Es como quitarte unos zapatos que te están haciendo daño, mucho daño.

Es momento de abrirse a ver lo que hay ‘ahí dentro’ y aceptar cada emoción, cada sentimiento, cada pensamiento que habita en ti. Quizás descubras muchos más regalos de los que pensabas; quizás descubras que en ti habitan emociones vibrantes, pensamientos liberadores y amorosos; quizás aparezca la compasión y la ternura… quién sabe cuántos regalos tienes guardados esperando a ser experimentados y compartidos, una vez que te atrevas a pasar la barrera de la resignación, del “no puedo hacer nada” y el “yo soy así”.

Habrá quién pueda hacer este camino por sí mismo y habrá quién necesite de apoyo terapéutico, de lecturas que le inspiren, la práctica de meditación… No importa la manera de llegar al objetivo de conectarse con la felicidad interior: lo importante es llegar, pues ese será el regalo que puedas compartir y extender.

Cristina Martínez

Psicóloga y educadora social para La Paz

Mira aquí todos los artículos de Cristina Martínez

¡Comparte este artículo!