Del victimismo a la responsabilidad
del victimismo a la responsabilidad
Distinguir hacia qué estado emocional te dirige tu ego te ayudará a tomar la responsabilidad y cambiar emociones negativas para pasar de víctima a superhéroe

Tendemos a creer que el ego es solo cosa de artistas, de políticos, de personas que se creen con el poder de estar por encima del resto, o incluso sin tener la repercusión viven con alardes de grandeza. Lo que la mayor parte de la población no sabe es que el ego forma parte de todos, que convive con nosotros y a veces ataca de forma silenciosa para llevarnos hasta un punto en el que no puede más y nos deja en pleno sufrimiento sin saber muy bien qué camino tomar.
Para la psicología, el ego es una instancia psíquica que hace que la persona se reconozca como ‘yo’ y sea consciente de su identidad, dándole sentido de sí mismo. Esto se traduce en acciones, actitudes y comportamientos de la persona, pero también en pensamientos, percepciones, sentimientos, etc. Por tanto, creer que el ego aparece solo en estados de aparente soberbia es un gran error: este también en está en los estados de victimismo (entre muchos otros).
La persona que adopta el rol de víctima no afronta la responsabilidad de sus acciones, ciñe a lo externo lo que le sucede y se siente indefensa ante una situación que, según verbaliza, no tiene nada que ver con ella. Todos hemos tenido cerca este perfil y lo más probable es que alguna vez hayamos adoptado este rol ante una gestión emocional deficitaria en una situación que se nos escapaba de las manos. La finalidad de este rol es proyectar la culpa hacia los demás y quedarse en un foco de atención ajeno a la realidad. ¿Dónde está el ego en este perfil? Justamente en esto último, en la capacidad para llamar la atención e incluso manipular a los demás e influir en su comportamiento en su beneficio. Aquí entra el chantaje emocional, la negatividad y una actitud pasiva frente a los problemas.
Con el tiempo, este rol de víctima entra en sufrimiento y el ego es incapaz de soportar un estado así, por lo que la persona se puede ver envuelta en un callejón sin salida, un estado de infelicidad del que no sabe salir porque asume que es el mundo el que le trata mal y que es ajena a todo lo que le sucede. ¿Cómo podemos cambiar esto?
Asumir tu papel
Para romper con la victimización la solución es pasar a la responsabilidad. No consiste en culparte de las acciones que has realizado ni de tu estado, sino asumir que tienes parte de responsabilidad en las decisiones que has tomado en tu vida, dejando de culpar a los demás y poniendo el foco en ti para salir del problema, aprendiendo de la situación para no repetir patrones de conducta. Son muchas las situaciones en las que la persona ha sido engañada, manipulada o tratada mal por otras personas, algo que le ha generado dolor y sufrimiento. Lejos de justificar un comportamiento así, y puesto que no podemos cambiar al otro ni lo sucedido en el pasado, sí tenemos el poder de asumir que en ese momento no fuimos capaces de detectarlo y lo permitimos, asumiendo la responsabilidad. ¡Ojo! Sin culparnos, porque en ese momento no supimos hacerlo de otra manera y no debemos castigarnos por eso.
La finalidad de asumir la responsabilidad es ser capaces de detectar qué pasamos por alto y cambiarlo de cara a nuestros próximos pasos. Dejaremos de culpar a los demás y tomaremos las riendas de nuestra vida y de nuestras acciones, pudiendo así modificarlas hacia una mejora personal y una mayor consciencia.
La finalidad de asumir la responsabilidad es ser capaces de detectar qué pasamos por alto y cambiarlo de cara a nuestros próximos pasos. Dejaremos de culpar a los demás y tomaremos las riendas de nuestra vida y de nuestras acciones,
Un pequeño ejercicio para asumir la responsabilidad:
- Pon una música relajante de fondo y adopta una posición cómoda para poder entrar en un estado de calma.
- Recuerda un hecho en el que sufriste por algo que te hizo otra persona.
- Recuerda cuál fue el detonante para empezar a sentirte así, sin entrar en la tristeza. Intenta recordarlo de la forma más externa que puedas para no recaer en la emoción.
- Cuando tu mente automáticamente empiece a culpar a aquella persona por tu sufrimiento, repítete a ti misma: “Acepto a esta persona tal y como es, agradezco todo lo que me enseñó y asumo mi responsabilidad en esa situación”.
- Termina dando gracias y vuelve al momento presente sabiendo que eso ya no forma parte de ti.
- Repite esta operación ante cualquier hecho que aún te duela y en el que consideres que no tuviste ningún rol y que fuiste víctima de los actos de otras personas. Recuerda: siempre sin culparte.
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