Cómo gestionamos las circunstancias adversas en nuestro día a día es algo que tendríamos que plantearnos muy seriamente, porque en las pequeñas cosas está implícito lo grande, al igual que en toda adversidad está implícita la oportunidad.

En muchas ocasiones los códigos de comunicación entre las personas pueden llevarnos a pequeños encontronazos que nos ponen a prueba para gestionar nuestras reacciones y nuestras emociones. Pondré como ejemplo algo muy curioso que me pasó hace unas semanas:

En mi comunidad somos pocos vecinos y en general hay cordialidad entre nosotros. Ahora tengo vecinos nuevos, una joven pareja de unos treinta años, médico y profesor, que decidió un día dar martillazos a las 15.45h. Mi padre, al que cuido, en su momento de siesta se asustaba con cada golpe e intentamos ser pacientes, pero la cosa parecía alargarse, así que le mandé un mensaje a esta pareja, que derivó en una conversación telefónica con el marido y una posterior llamada a mi puerta en la que aparece la mujer. Cuando llegaron a su nueva casa y nos presentamos les dije que tuvieran cuidado con mis perras, y en este momento que llegó a mi puerta me lo recordó como si se lo hubiera dicho desde la amenaza y no desde la prudencia más que pacífica. Me costó entender lo que había entendido y le dije que su interpretación y filtración no tenía nada que ver con la intención de mi mensaje. Su interpretación me dijo muchísimo de ella, pues ‘la boca habla lo que el corazón porta’. Aún así, le mandé un mensaje conciliador vecinal y especificando el significado del verbo ‘cuidar’.

Cualquier situación o cualquier persona puede ser una oportunidad para poner en práctica cualquier conocimiento

Esta situación es una evidencia de que estamos expresándonos en distintos códigos comunicativos, distintos programas de percepción: nada es verdad ni es mentira, es según el color del cristal con que se mira. También es evidente que no estamos en la misma frecuencia vibracional; ya lo decía Nicola Tesla, que si querías conocer al universo y sus habitantes lo vieras todo en base a las frecuencias vibracionales.

Formas de respuesta ante el conflicto

En esta situación se nos plantean dos formas esenciales de ejecución.

1. La primera e inmediata es la que nos viene de nuestro cerebro mamífero primario, el sistema limbico, lo que yo llamo ‘Lucy’, la australopithecus afarensis; una antepasada nuestra, la primera homínida que se puso de pie y nunca volvió a andar a cuatro patas. Es esa parte ancestral que nos habita la que se pondrá en alerta inmediata, conectando la frecuencia vibracional de la otra persona. Y tendremos a dos humanos soltando presión y una frecuencia altamente tóxica para todo nuestro sistema que abrirá un torrente de hormonas que nos estresan sin duda alguna.
2. La otra forma de ejecución es la del arte del fluir. En la práctica de este arte y sus 5 claves maestras hay una en concreto que es la ‘No resistencia’, porque como decía el famoso Carl G. Jung, «lo que resiste persiste». Jesús decía “no os resistáis al mal. Si te piden el manto ,dale también la capa”. No insistas en darte siempre con la misma pared, busca la mejor salida. Y Buda decía “sed como el agua”, que ni la espada más afilada hará nunca mella en el agua, porque envolverá al filo y seguirá su camino… Y no hay montaña, ni roca, ni obstáculo tan grande que detenga el fluir del agua…Esta forma de manejar la situación te permitirá mantener tu energía en mínimo gasto.

Siguiendo con el arte de fluir para desarrollar la máxima eficacia en la acción es no implicándote en el resultado, porque tu ejecución ha sido la práctica de la impecabilidad, con la máxima eficacia y beneficio en todos los sentidos.

Cualquier situación o cualquier persona puede ser una oportunidad para poner en práctica cualquier conocimiento. En toda adversidad hay implícita una oportunidad de aprender y mejorar siempre si aplicas el arte del fluir.