Análisis, Con los ojos abiertos

La palabra más bonita del diccionario

la palabra más bonita del diccionario

Aunque según las encuestas es la palabra amor, para mí, sin duda, es la esperanza.

Recuerdo haber leído hace algún tiempo algún artículo, no sé si de una página web o de alguna academia de lingüistas o similar, en el que se le preguntaba al lector sobre la palabra que, a su juicio, era la más bonita del español. Haciendo un esfuerzo creo visualizar que la palabra escogida por la mayoría fue ‘amor’. Del resultado deduje que seguramente eligieron amor desde la concepción más romántica de la palabra, eso que socialmente conocemos como ‘estar con alguien’, sentir ‘algo’ por ‘ese alguien’ y ser correspondido, lo que en ocasiones puede tardar toda una vida en llegar. Es decir, parece que la gente quiere hacer el camino acompañado, no vaya a ser que la carretera se llene de baches y no los puedas sortear solo.

Parece que la gente quiere hacer el camino acompañado, no vaya a ser que la carretera se llene de baches y no los puedas sortear solo.

Tiempo después, en una reunión de amigos, en una especie de retiro espiritual -casa con piscina, fin de semana y una buena combinación de bebidas-, llegó ese momento de confidencias que, en un porche y bajo las estrellas de agosto, nos invitó a desnudarnos el alma.

De repente salió una pregunta que me recordó a lo que leí aquel día:
 “¿Cuál es para vosotros la palabra más bonita del diccionario?”

Aclararé, en primer lugar, el perfil de la muestra que iba a responder al pequeño estudio de opinión aquella noche. Cinco chicos de 32, 37, 38, 40, y 42 años. Solteros (de estado civil), pero algunos con pareja oficial y otros ‘sin’, en el limbo o no sabe/no contesta. El caso es que, no sé si por el perfil de los presentes, o por aquella vieja dificultad del hombre por desvelar sus sentimientos, ninguno respondió ‘amor’ (aquella página web o revista no nos preguntó). Se escucharon otras palabras, quizás las propias del momento vital de los encuestados: amistad (el bote salvavidas que siempre nos habría dejado espacio en el hundimiento del Titanic), alegría (precioso término, sanador con solo nombrarlo), vida (tanto entraña esta palabra que disponemos de la nuestra para descubrir su significado) y libertad (tan poco valorada y tan añorada cuando no la podemos ejercer en todo su esplendor).

Esperé a mi turno para decir para decir con todo convencimiento la palabra que para mí no tiene rival en el diccionario: esperanza. Lo dije tan convencido que me sentí ganador de la encuesta cuando salió de mi boca, aunque no se trataba de ganar nada en aquella conversación.

Y resulta que, tras el giro inesperado en el guión de la película de nuestras vidas que nos ha estallado en este 2020, hoy ‘esperanza’ es más bonita que nunca, porque esa es la palabra origen de todo lo que merece la pena y la que da significado a las demás. Y sin ella no hay más vida ni palabras que le sigan.

Nos arrasan con mensajes negativos para que identifiquemos a los culpables de que el virus se haya instalado en nuestras vidas, el empleo se destruye, tus hábitos de vida son historia y han capado tu sociabilidad. Nos hacen creer que no hay esperanza.

Te quieren sin ‘esperanza’ en tu futuro, porque así odiarás al culpable y abrazarás al salvador, el que te va a devolver esa palabra, pero olvidan que la esperanza, la palabra más bonita. del diccionario, te pertenece. Ejércela.

Vicente Martín

Periodista

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