La sutil diferencia entre tener baja autoestima y ser ilusa
La sutil diferencia entre tener baja autoestima y ser ilusa
Creer que todo el mundo obra bien por naturaleza o que nadie hace daño de forma consciente puede llevar a las personas a aguantar situaciones límite que no siempre van enlazadas con la baja autoestima
El diagnóstico de ‘baja autoestima’ es casi un automático. Especialmente en esas situaciones de vida en las que tras un gran estallido acabas destrozad@ y te has olvidado de ti para priorizar constantemente a la otra persona. Frases como “no te quieres lo suficiente”, “primero tienes que amarte a ti” y derivados son comunes entre quienes nos ven desde fuera vulnerables y sin el amor propio que deberíamos tener. Todos hemos vivido esto alguna vez.
La autoestima consiste en la percepción que tenemos de nosotros mismos, nuestra propia evaluación y sentimientos, cuyo protagonista está en primera persona. Por lo tanto, una baja autoestima implica una valoración negativa que nos hacemos y que afecta a nuestro ánimo, a nuestra energía y, por supuesto, a las relaciones personales. Y son en estas últimas en las que salen todas nuestras carencias y fortalezas, y donde sí que es cierto que hay muchas personas con baja autoestima que quedan enganchadas en telas de araña de las que no saben salir porque no confían en ellas mismas, porque su visión hacia su persona es pesimista y por otros tantos motivos más.
No niego que todos tenemos algunas grietas en la autoestima, inseguridades que nos quedan por trabajar y que hacen que nos comparemos en exceso o seamos nuestros peores verdugos. Pero, sinceramente, creo que llevamos años confundiendo la baja autoestima en personas con altas dosis de bondad que donde pecan es, simplemente, en creer que todo el mundo será como ellas y que nadie elige hacer daño de forma consciente.
Es el perfil del iluso o la ilusa, capaz de creérselo todo, de idealizar pensando que el mundo actuará como él/ella, que sigue estando muy extendido en nuestra sociedad. Lejos de ser una ventaja, en las relaciones personales puede ser un auténtico hándicap porque será un perfil que no querrá ver, hasta que el daño sea muy grande, que está soportando actitudes irrespetuosas o dañinas justo enfrente. Y no lo ve porque cree que la persona es buena, que no puede actuar así; incluso justifica el motivo por el que esa persona hace lo que hace. El problema es su incredulidad ante una pauta de comportamiento que desconoce, por lo que cuando quiera salir el daño podría ser muy grande y la tela ya estará tejida.
Es por eso que estas personas, como si de una baja autoestima se tratarse, pueden llegar a aguantar mucho y que les cueste salir. Es más, la disociación cognitiva puede ser la principal secuela cuando intentan encajar las piezas del puzle y ven que son tan distintas entre sí que no hay forma de hacer una imagen nítida de lo vivido.
La gran diferencia
Sin embargo, al contrario de las personas con baja autoestima, las personas ilusas son capaces de dar el salto, en mayor o menor tiempo, y dejar atrás a esas personas que juegan a dañarles. Y lo hacen porque confían en ellas mismas, saben de su fortaleza y su potencial, y son capaces de enfrentarse a periodos de soledad, sin apegos ni dependencias emocionales, para sanarse y empezar de nuevo. Y justo será este uno de los principales factores para diferenciar si es una cuestión de baja autoestima o no, porque en este último caso la persona no se imaginará sola, no se querrá lo suficiente y no confiará en su capacidad de gestionar la nueva situación y la incertidumbre.
Las personas ilusas no viven en el miedo ni en la angustia a la hora de seguir su camino, aunque sus procesos de duelo son dolorosos por ese puzle del que hablábamos. Frente a la pasividad de la persona en duelo con baja autoestima, este perfil estará activo y seguirá ilusionado con nuevos retos que trae la vida y nuevas inquietudes, y sentirá cierta satisfacción por haber evolucionado en su propia línea de vida con esa decisión de ‘no permanencia’. Creará nuevos proyectos y seguirá brillando aunque la vida, a ratos, se haga cuesta arriba.
Es por eso que propongo que antes de poner la etiqueta de ‘autoestima baja’ con la que muchas de estas personas no se sienten identificadas y que no les guía para avanzar emocionalmente, analicemos cómo siente, cómo piensa y qué le ha hecho permanecer ahí por si detrás de esas capas hay una nobleza cargada de ilusión que no le deja creer que puede ser, en ocasiones, un cordero en un campo de lobos.
¡Comparte este artículo!