Hablando de amor, Las emociones hablan

No te necesito

No te necesito

No debemos confundir la necesidad con el amor, otorgando a estas dos palabras el significado que les corresponde y aprendiendo a distinguir la emoción en cada una de ellas

Te necesito. Creemos que cuando escuchamos estas palabras de una persona estamos cerca de la felicidad en pareja; no sé, que ya tenemos algo ganado en ese proceso que es la ‘conquista’ de la otra parte. Puede que sea un pecado muy extendido eso de no darle importancia a las palabras. Realmente son absolutamente trascendentes porque no es otra cosa que la confirmación de un pensamiento que ha pasado el filtro de la autocensura, que ha sido lanzado para que, ya libre, cumpla su cometido.

Resulta un ejercicio muy clarificador darle la profundidad y el significado que cada palabra contiene. Por eso, ese cumplido tan conciso de ‘te necesito’ esconde mucho tras de sí. Es cuestión de rascar un poquito y encontrar los motivos, ¿te atreves a descubrirlos?

Porque el ‘te necesito’ puede llegar a ser un grito desesperado de ego y supervivencia mezclada de buenas dosis de egoísmo. No olvidemos que la forma de relacionarnos con la gente que nos rodea nos define de una forma contundente, reveladora e inevitablemente veraz. Siguiendo por ahí, encontramos un supuesto halago convertido en una expresión que nos desenmascara. La importancia, en este caso, no la tiene el receptor; no eres especial ni el elegido, simplemente un instrumento para hacer sentir bien a alguien, normalmente colmado de vacíos, inseguridades y carente de amor para sí.

Y es que existe un tipo de persona que quieren por cómo se ven ellos en ese estado, por presumir de un trofeo o por sentir que encajan y que van pasando de etapa vital con éxito. Por lo tanto, no te engañan si te dicen que te necesitan. Es así. Les traiciona la poca importancia que conceden a lo dicho y a las cosas en general. Se impone la frivolidad. Pregúntate: ¿Por qué existe ego en un acto que en primera instancia debe ser considerado como algo positivo hacia el otro?

Existe un tipo de persona que quieren por cómo se ven ellos en ese estado, por presumir de un trofeo o por sentir que encajan y que van pasando de etapa vital con éxito.

La respuesta es sencilla: necesitar es un anhelo unidireccional. Requiero algo para estar bien y lo pido, lo exijo y casi lo imploro, demostrando dependencia, apego y poca inteligencia emocional.

Querer, como sentimiento y no como aspiración, es totalmente distinto. Al menos deben entrar en liza dos sujetos, el emisor y el receptor, el que quiere y el que recibe amor. La diferencia, más que sutil, es evidente. Si antes hablábamos de vacíos e inseguridades para aferrarse a esa necesidad que te salve de caer al pantano, ahora lo hacemos de generosidad, aceptación, confianza e independencia.

La independencia

Sí: te quiero y te invito a que compartamos el camino pero con independencia de eso debemos seguir el nuestro, el tuyo, por el que andabas antes de coincidir. Porque cuando dos caminos convergen y se eligen no debe existir necesidad sino tendencia a la afinidad y esa utópica generosidad de contribuir al crecimiento de los que nos rodeamos, sea un familiar, un amigo o una pareja.

Hablábamos antes que la forma en la que nos relacionamos nos define de manera rotunda. Con estas breves palabras seguramente podremos pasar examen a esas relaciones que hoy mantenemos, a las que, a veces, no nos atrevemos a pasar por el filtro del análisis.

Hacerlo hoy es un acto de amor propio que te evitará el trance que ya será ineludible en dos días o tres meses. Ten presente que en toda pérdida existe una ganancia y que elevando la mirada y enfocando hacia afuera y no hacia adentro podemos encontrarnos con sorpresas y casualidades que te hagan querer frenar el día o quizá el mes.

Pero también recuerda que todo esto no es más que un ejercicio de alinear letras en la búsqueda de consciencia. Quizá lo más inteligente sea sentir y actuar; después de todo, las palabras, en ocasiones, pierden la batalla con la emoción.

Ángel Martín

Periodista

Mira aquí todos los artículos de Ángel Martín

¡Comparte este artículo!