¿Por qué los alumnos se rebelan en las aulas?
¿Por qué los alumnos se rebelan en las aulas?
Para los docentes, descubrir cuál es el origen de esta actitud ayuda a entender lo que está ocurriendo y ofrecer solución para fomentar el interés por el aprendizaje

Para entender por qué los alumnos se rebelan en las aulas hay tener en cuenta todos los factores que intervienen en la socialización de un niño y, por ende, cómo influye todo esto en su comportamiento. Muchos docentes sufren las consecuencias de tumultos, pero no olvidemos que los propios alumnos pueden ser otra víctima más de algo que pasa desapercibido, mostrando sus miedos y rechazos a través de conductas inapropiadas.
Si eres docente puede que ya hayas buscado por Internet fórmulas mágicas para evitar a los alumnos que molestan en clase, que no te dejan explicar, que insultan y muestran conductas desafiantes contra otros alumnos e incluso profesores. ¿Crees que existe dicha fórmula que resuelva esta alquimia? No todos los alumnos son iguales ni tienen las mismas problemáticas, es decir, se debe afrontar de acuerdo al contexto específico de cada caso.
Puede que una cosa no tan mágica ayude a resolverlo: es importante indagar y descubrir cuál es el origen del problema para poder llegar a entender qué está ocurriendo en las aulas, o acaso ¿un mecánico puede arreglar un vehículo sin saber dónde está la avería? Bueno, por experiencia sé de algunos que lo han intentado.
Estas rebeliones comienzan cuando las clases dejan de ser interesantes para los alumnos.
Sin duda alguna, estas rebeliones comienzan cuando las clases dejan de ser interesantes para los alumnos. Todos sabemos lo aburrido que puede llegar a ser una clase magistral, más si cabe si además el profesor te manda a callar si hablas con el compañero. ¿A quién no le gusta hablar? Y si dejáramos hablar a los alumnos, ¿qué pasaría? Lo más probable es que nos sorprendan con lo que puedan llegar a decir. Ellos también son personas críticas y capar esas voces no ayuda a saber qué les inquieta o los sueños que les gustaría cumplir.
La pérdida del interés por aprender
Es común encontrar a alumnos preocupados por suspender. Pregúntate si te gusta estar sometido a presión. No, ¿verdad? Aquí comienza a despegarse el interés por aprender. Esto significa que se está más preocupado de las consecuencias por suspender que de aprender significativamente. Esto suele suceder de forma reiterada, provocando malestar en el alumno y con el tiempo puede generar soledad porque no se siente respaldado por su familia. Es triste sentirse un bicho raro, ¿no crees?
Puede parecer muy laborioso trabajar con los alumnos de una forma que aumente su motivación intrínseca, pero ¿acaso los docentes no tienen como labor hacer humanos a los humanos? No todo se ha de basar en la transmisión de conocimientos, pues de nada sirve enviar información sin conectar con el otro; eso es una pérdida de tiempo y aumenta la frustración.
Cambiar la visión profesor-alumno
¿Qué dirías que se puede hacer para liberarnos de estas cadenas? Creo que deberíamos comenzar cambiando la visión de la relación profesor-alumno. El rol clásico de profesor subido a la tarima está anticuado y no tiene cabida en la actualidad. Siendo alumno ¿hubieras preferido tener a un profesor que se preocupara y ayudara a resolver tus problemas? Está claro que nacemos desnudos y seguimos desnudos durante la vida, pero que nos muestren empatía sintiéndonos escuchados alivia el frío más intenso que podamos sentir.
El rol clásico de profesor subido a la tarima está anticuado y no tiene cabida en la actualidad
Resulta muy fácil ser crítico y prejuicioso, y lo es porque a diario estamos rodeados de gente negativa que solo sabe quejarse de lo mal que lo hacen los otros. ¿Y si pensamos positivamente desde un principio? Hagamos memoria y pensemos en las veces que nos han reconocido haber hecho las cosas bien, el haber sido reconocidos positivamente, el sentirnos alagados y orgullosos de nosotros mismos por haber hecho algo bien.
Mostrar las potencialidades de cada uno debería ser el principal objetivo. ¿Cuántas veces llamamos a una familia para reconocer que su hijo o hija es una persona que aprovecha el tiempo en el centro? Tengo la sensación de que ese número es muy inferior comparado con las veces que se llama para recriminar el poco esfuerzo o malos comportamientos de los alumnos.
Las familias son el mayor apoyo que tenemos los docentes para estimular positivamente a los alumnos. Es posible contagiar la actitud positiva a las familias si les hablamos con empatía, pues hay familias que no cuentan con los conocimientos o recursos educativos más favorables para que por sí mismos den respuesta a cada problema que surja, por lo que resulta vital ser un apoyo también para ellos y no aceptar que es lo les ha tocado vivir.
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