Raíces hacia lo profundo
raices hacia lo profundo
A veces la vida amarra tu barco en un lugar en el que por fin sientes que es el tuyo, que es en el que tienes que estar. Es una sensación difícil de explicar. Pero la primera raíz se asienta en el terreno y empieza a dar frutos en forma de conexiones.
Mucho se habla del apego a las raíces, a la tierra, a los pueblos donde las tradiciones y las generaciones de las familias se han ido sucediendo a lo largo de los años. De esa vuelta a un mundo donde a veces parece que el tiempo no pasa, envuelto por una atmósfera de calidad de vida y conexión profunda con la naturaleza.
Sea por salir del tumulto de la ciudad y de una vida en la que ir corriendo parece la norma general, o bien por ese sentimiento que te lleva a volver al origen, hay una vuelta a lo natural, a la cercanía con el vecino y al compartir y vivir de otra manera. Pero hay un punto que quizás se nos escapa, que no sabemos percibir, y es que la tierra nos llama para que nuestras raíces se extiendan por donde antes lo hicieron las de nuestros ancestros.
Sepamos o no el porqué de ciertas cosas, hay un hilo transgeneracional que quizás en ocasiones nos marque el camino, del que no siempre tenemos que ser conscientes, al que yo le sumo el devenir natural o casuístico de las cosas; es decir, creo que existe el libre albedrío, que no todo está marcado, pero a veces la vida te dice lo contrario y puedes elegir guiarte por una cosa o la otra, o bien por la combinación de ambas.
Y ese ovillo se va desliando cuando te paras hablar con los habitantes de esos pueblos, a escuchar sus historias y su memoria; entonces te das cuenta del sentimiento de arraigo y pertenencia, de identidad y riqueza que ellos mismos y el entorno en el que viven aportan a sus vidas. Entramos así en la parte más romántica y más realista de la vida en el campo, la de los recuerdos y las vivencias de esas generaciones que parecemos olvidar a pasos agigantados, que se encuentran deseosas de contar a todo aquel que se interese cómo con su esfuerzo y trabajo han conformado estos territorios, en otros tiempos donde el trabajo colaborativo, familiar y vecinal -así como del uso respetuoso de los recursos que te daba la tierra-, era fundamental para la subsistencia, una gran labor sin la que sería imposible llegar hasta dónde hemos llegado.
Una lucha incansable
No se debe pasar por alto, que a día de hoy, la importancia del movimiento social que existe en estos pueblos va ligado a su subsistencia y mejora de sus condiciones de vida. Hablamos de la cooperación y la lucha incansable por reclamar derechos básicos como los de transporte, empleo, sanidad, conciliación familiar y un largo etc., que aún parecen estar reservados para las urbes en pleno siglo XXI, siendo la falta de implicación de las administraciones a todos los niveles la que genera la contraparte que también es necesaria mencionar, con la que fomentan la despoblación, la falta de oportunidades, la pérdida de patrimonio, de historia, de tradición…
Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones; y ese mundo está creciendo en este instante. Buenaventura Durruti
Sin pasar por alto la cara y la cruz del tema sobre el que estamos tratando, ya sea por casualidad o causalidad, a veces la vida amarra tu barco en un lugar en el que por fin sientes que es el tuyo, que es en el que tienes que estar. Es una sensación difícil de explicar. Pero la primera raíz se asienta en el terreno y empieza a dar frutos en forma de conexiones, de personas especiales que te hacen tener más fe en una humanidad, cuando ya la vas perdiendo, y te das cuenta de que no solo viene de los ancestros, sino que las ramificaciones incluso van enlazando con cosas que te han pasado a la lo largo de la vida.
Y en ese momento te coge la marea y ya no puedes escapar, y la tierra, las montañas, el aire, los árboles… todo te atrapa y te hace levantar el vuelo más alto de lo que jamás hubieses pensado.
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