Raíces, Universo

Tartessos, menos que un mito

Bronce Carriazo
El ´Bronce Carriazo´ es una de las piezas más representativas de los objetos de origen tartesio del Museo Arqueológico de Sevilla

Tartessos, Menos que un mito

Se fija una fecha aproximada de sus orígenes hacia el año 1.000 a.C. y se conoce que fue rico por su comercio de oro y plata

Cuando pensamos en los tartesios, nos viene a la mente el mito de la Atlántida narrado por Platón, una tierra con un avance tecnológico descomunal, rica en metales preciosos y conocida por la longevidad de sus monarcas, que según las descripciones clásicas se situaba más allá de las Columnas de Heracles, lo que vendría a ser el actual Estrecho de Gibraltar. Algunos investigadores e historiadores sitúan la ciudad de Tartessos en la confluencia del Odiel con el Tinto, o la antigua Gades, citada por PostumiusRufiusFestus en su Ora Maritima.

Las fuentes más antiguas de las que disponemos son las Historias IV de Heródoto, donde narra cómo un tal Coleo de Samos encontró tras una tempestad un lugar denominado Tartessos, rico por su comercio en oro y plata. Asimismo, Heródoto nos habla del comercio de los navegantes griegos de Focea con los tartesios, habiendo mantenido un estrecho lazo con su rey Argantonio en una época en que los persas iniciaron su invasión de los jonios.

Otras fuentes posteriores son la Gerioneda de Estesíoco, que recoge el mito de Heracles en el que roba los bueyes de Gerión; y los poemas de Anacreonte, en los que se hace referencia a la longevidad de los habitantes de Tartessos. Otros textos son las referencias bíblicas, que nos hablan del comercio del rey Salomón y el rey de Tiro, Hiram, con un lugar denominado Tarsish.

Como vemos, muchas alusiones se basan en mitos o leyendas y no pueden tomarse como válidas a la hora de investigar dicha civilización, de ahí el fracaso de muchos historiadores como Adolf Schulten que dedicaron su vida a resolver el misterio de la ciudad perdida. Hasta la llegada de los años setenta del siglo XX no se le proporcionará un sentido más objetivo a esta mitificada civilización, fijando una fecha aproximada de sus orígenes hacia el año 1000 a.C.

Mientras el pasado siga bajo tierra y nuestra negligencia para con nuestras raíces siga intacta, el mito se hará cada vez más grande a la par de nuestro oscurantismo.

Algunos autores nos hablan de la influencia fenicia en la cultura tartésica, de ahí esas características orientales en su arte. Sin embargo, estudios recientes señalan que Tartessos ya disponía de un estado fuerte y jerarquizado, por lo que esas influencias orientales habrían sido adoptadas posteriormente, hacia el siglo VIII a.C., gracias a los intercambios culturales con los fenicios.

Algunos de los hallazgos de los que disponemos en la actualidad son el del Tesoro de Aliseda, perteneciente a la Edad del Hierro y compuesto por un supuesto ajuar funerario de plata, oro y piedras preciosas; el Tesoro del Carambolo, asociado en ocasiones a los fenicios, con un conjunto de piezas de oro macizo de un peso total de tres kilos, o el yacimiento de Cancho Roano, con un edificio de carácter sacro, planta cuadrada y orientado hacia el este.

En cuanto a escritura, disponemos de la Estela de Bensafrim, compuesta por 74 letras dispuestas de derecha a izquierda, y la Lápida con Abecedario de Castro Verde, con dos alfabetos de distintos signos y de dudosa relación con el mundo tartesio, además de ser una lengua indescifrable hasta nuestros días.

Podemos concluir de todo ello que la influencia oriental en Tartessos es evidente, pero no podemos englobar su cultura en un panorama aislado del resto de la Península. Se trataría, pues, de un reino con un lenguaje común al resto de sus pueblos vecinos y con una economía en alza gracias al comercio con el resto del Mediterráneo.

Queda aún mucho por descubrir, por estudiar y por separar pues, en la mayoría de los casos no conseguimos distinguir una creación fenicia de una tartesia, y su lengua sigue sin ser traducida. Mientras el pasado siga bajo tierra y nuestra negligencia para con nuestras raíces siga intacta, el mito se hará cada vez más grande a la par de nuestro oscurantismo.

Balder Muñoz

Historiador y artista

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